Tato Young es clarísimo, empezó la campaña y los políticos se volvieron buenos. Están haciendo todo lo que no querían hacer. Por ejemplo, el contrato con Pfizer, el regreso a la presencialidad en provincia. Demasiado relato, pero como vienen las elecciones, ahí se acaba la ideología y se abre todo.
Incluso, el mismo Rodríguez Larreta ayer dijo que en breve volvería todo a la normalidad, con aperturas progresivas en todos los rubros. Pero como dice Tato, la necesidad de dar buenas noticias los hace decir cualquier cosa, y pareciera que lo que ayer era denostado hoy es lo mejor que nos puede pasar.
Parece que la campaña ha destrabado todas las discusiones políticas de las distintas fuerzas, y tanto oficialismo como oposición no quieren pelearse con sus votantes, así que empiezan a prometer el oro y el morro, pero la realidad es que aún hay más incertidumbres que realidades.
Las elecciones no pueden marcar la agenda de temas de política de largo plazo para que se beneficien uno o dos políticos, y eso es lo que no parece entender nuestra dirigencia, por dos cosas, por ineptitud y vicios propios o porque nos consideran idiotas. O quizás ambas a la vez, pero lo cierto es que la gente está más desconfiada que nunca.
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