Quién quiere oír que oiga
La gente esta harta, y los comerciantes también. Sumadas a las pocas ventas, los impuestos y una economía que se derrumba, encima te mandan los inspectores a clausurarte. Pero los aplausos pueden con todo, y un grupo de comerciantes impidió que cerraran sus negocios en el territorio k de Avellaneda.
Está muy bien, contra el atropello la bronca popular. El estado, lleno de ñoquis que cobran todos los meses, y los planeros no tienen ningún problema en esta cuarentena, pero salen a joder a quienes tratan de salvar lo poco que tienen como pueden.
Dicen que ahora la cuarentena se viene más dura, habrá que ver si la gente se la banca o la cumple, porque ya es insostenible vivir en la Argentina y pagar todos los impuestos, alquileres y servicios.
Pero los defensores del relato k seguro van a acusar a estos comerciantes de fachos, chetos, oligarcas, y cuanto adjetivo se les ocurra, porque para ellos, que viven del estado, todo aquel que tiene iniciativa o trata de hacer algo para no fundirse es un enemigo.
Están destrozando el porvenir del país, pero también de nuestros hijos y nietos con estas políticas que mantienen vagos y tiran abajo a la gente que labura, por eso no hay que dejarse atropellar como hizo este grupo de comerciantes. En la Argentina, si te quedas callado, el estado te atropella.