Se nos cagan de risa en la cara
70 días de cuarentena. Nos compramos alcohol en gel, nos lavamos las manos, no vemos a nuestras familias, nos retan cuando estamos angustiados.
Pero en Argentina hay un universo paralelo con una ley aparte. Todos y todas con sangre azul, por ejemplo Rudy Ulloa Igor, empresario multimillonario ex chofer de Nestor. Rudy te invita a una fiestita de cumpleaños en Río Gallegos. Y ellos mismos mostraron al país en vivo como violan la cuarentena.
Rudy pasó de ser chofer de Néstor Kirchner a ser dueño de: Una casa en Lomas de San Isidro, una chacra en Río Gallegos, un campo en San Pedro, una casa en el barrio cerrado “Pilar del Este”, un canal, un diario y una radio en Río Gallegos. La verdad que Néstor era un tipo generoso, su jardinero se compró un helicóptero, su amigo empleado bancario, se puso una constructora y su chofer el dueño mas importante de medios de Gallegos.
Antes de este cumpleaños, el 21 de mayo de 2019, Rudy en un acto de campaña le entrega una estatuilla de Néstor a Fernández.
El cumpleañero violador de la cuarentena pidió disculpas. Se siente responsable. Y pide mil disculpas de corazón. SE NOS CAGAN DE RISA EN LA CARA.
De golpe aparecen estos mamarrachos que se cagan en todo, y los que nos dicen que hay que respetar la cuarentena nos retan. La cuarentena de los 40 millones de argentinos, para los boludos, y por el otro esta gente VIP que ostentan esta vergüenza.
Marcelo Tinelli, por ejemplo, es cierto que no había violado ninguna ley. Solo se le planteó una cuestión ética por su falta de empatía. Hoy se quejaba contra el gobierno de Macri por los espionajes de ese gobierno. La AFI espiaba de manera ilegal.
Pero Marcelo no se quejó de la época del kirchnerismo cuando usaba a la SIDE cuando estaba Stiuso que ponía micrófonos a Bergoglio, ahí no. O cuando Milani recibía un presupuesto de 600 millones para hacer inteligencia militar. O cuando jugaban a hacer morisquetas en la Casa Rosada con Macri.
Entonces hay dos cuarentenas: para los boludos y la otra la VIP. Similar a lo de Susana Giménez. No violó la ley pero es un debate ético.
Todo esto refleja la extrema desigualdad de la Argentina. Todos nos estamos sacrificando. La paciencia de la gente está muy finita.