“¿Cómo puede cambiar tanto alguien?” se pregunta Jony. Salvo que sean un Dr. jekyll y Mr. Hyde, lo que pareciera de la relación entre Alberso y la Kretina es que el títere sufre síndrome de Estocolmo. Ya está igual que ella, habla como ella, y amenaza como ella. Ahora están contra los productores con un discurso brutal, como si fueran avaros codiciosos que si no se someten a las políticas autoritarias del kirchnerismo van a actuar.
Pero el Alberso del 2011 y el de 2021 son distintos. De crítico pasó a ser el mayor personero y defensor de las ideas de la “jefa”. Porque defiende ideologismos que siempre tuvo la Kretina, sin tener en cuenta la realidad del campo. Pasa que sus amigos son los que se quedan con la rentabilidad. Los Moyano que transportan, el estado con los impuestos, y los supermercados que son sus socios.
Y también temas como los de la Corte Suprema. Kristina quiere destruir a otro poder del estado, y Alberso sale a bancar la parada con palabras similares. Son un papelón caminando, ya hasta van a manipular el código penal para beneficiar a amigos como Boudou y De Vido. Son la máquina de la impunidad y la corrupción. El mismo Alberto estaba en contra de esto. Se ve que pasar de opositor a oficialista lo hizo cambiar de opinión. En eso Jony tiene razón.
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