Las movilizaciones por la “lealtad” fueron apoyadas por el silencio de los ministros que criticaron duramente a los contagiosos banderazos por la “libertad”, por lo que cabe concluir que las autoridades decretaron que desde el 17 de octubre el virus no se propaga en el aire ni en la vía pública. Esta última contradicción oficial se suma a la seguidilla de definiciones marketineras que quedarán en la historia de la incompetencia: “el virus no va a llegar”, “el barbijo no sirve”, “los tests no hacen falta”, “el pico será en mayo”, “los runners contagian”, “el encierro es la vacuna” y “los bares crecen la curva”, entre otras cincuenta. Los infectólogos del presidente no son científicos. Encerraron a los sanos, que no figura en ningún libro de medicina, debilitaron el sistema inmunológico individual frente al virus y desatendieron las enfermedades metabólicas, cardíacas, respiratorias y psiquiátricas, que son más riesgosas y mortales que la gripe COVID
La campaña oficial “QuedateEnCasa” no salvó una sola vida y puso a la Argentina como ejemplo mundial de lo que no se debe hacer en pandemia: ocho meses de encierro, un millón de contagiados, 27 mil muertos, cuatro millones de empleos perdidos y dos millones de nuevos pobres, que enfermarán y tendrán más riesgo de morir. La política sanitaria “albertista”, incapáz de contar muertos y testeos correctamente, desató una epidemia de obesidad, alcoholismo, tabaquismo, automedicación y problemas mentales. Casi todos estamos enfermos debido a la imposibilidad de ir a trabajar, a la creciente inseguridad, a la violación de la propiedad y a la dificultad para ver o despedir a nuestros familiares. Los jóvenes perdieron un año de estudio a pesar de ser el grupo menos riesgoso frentre al covid.
La cuarentena, no la pandemia, es decir el tratamiento no la enfermedad, fue troglodita porque ignoró las bases de la imunología, algo que todo profesional de salud debe conocer y aprobar antes de graduarse. La inmunidad natural se obtiene saliendo, yendo a estudiar o trabajar y reuniéndose para hacer circular el virus, es decir, lo contrario al “arresto domiciliario” decidido autoritariamente por el “gobierno de científicos”. La inmunidad natural colectiva hubiera aplanado la curva en agosto, como todos los años, reduciendo el daño de este virus gripal y salvando las vidas que el encierro se llevó
Al gobierno le falta ciencia pero le sobra corrupción. Tanto los funcionarios que compraron alcohol y barbijos con sobreprecio, como los infectólogos que aconsejaron “encierro o muerte”, merecen juicio por mala práxis y condena social por conflicto de intereses. Dirigen universidades, fundaciones y asociaciones profesionales que reciben fondos públicos para inflar la peligrosidad del virus: “Vamos a autorizar salidas en un radio de hasta 500 metros, sin actividad física, porque eso expone la transmisión de virus y es más riesgoso…” (Pedro Cahn); “Cuando salimos nos exponemos, no se olviden que el virus no nos busca, nosotros vamos a buscarlo…” (Ángela Gentile); “Todo caso es covid hasta que se demuestre lo contrario…” (Carla Vizzotti).
Otra distorsión para mantener asustada a la gente fue asimilar paciente asintómatico con enfermo, siendo que un individuo sin síntomas es una persona sana.
Es preocupante ver que las autoridades médicas olvidaron lo aprendido en la universidad e indignante comprobar que vendieron su título a la industria farmacéutica porque después del fracaso sanitario, apuestan todo a la vacuna “salvadora”, a pesar de que demostró ser insegura, reportándose pérdida de mielina, enfermedad neurológica e infección por coronavirus en los vacunados.
Si bien es escandalosa la falta de ética de los infectólogos de Alberto Fernández, es peor la conducta de los legisladores, oficialistas y opositores, que votaron vacunación obligatoria (a pesar de los riesgos) e inmunidad legal para los laboratorios (a pesar de las consecuencias). Nunca una política sanitaria fue tan perjudicial para las personas y tan honerosa para el Estado, ya que se pagará entre diez y cuarenta dólares por cada vacuna, que será innecesaria, porque la elevada contagiosidad del virus proveerá naturalmente los anticuerpos sin necesidad de adquirirlos a través de una inyección
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Señor presidente: usted sabe que “equipo que pierde, equipo que se cambia”, hemos perdido un año de vida y sus ministros fueron incapaces de atender una gripe, es hora de reemplazarlos por otros que nos acerquen a los modelos sanitarios de: Japón, Australia, Suecia o Uruguay. Mientras tanto, usted encienda la economía y controle el dólar, que matarán más gente que el virus. Señor lector: NoSeQuedeEnCasa porque “es mejor ser libre con riesgo a enfermar que esclavo con mala salud”
. *Doctor en Farmacia y Bioquímica – UBA. Secretario general del Sindicato de Farmacéuticos y Bioquímicos – SAFYB Confederación General del Trabajo (@MarceloPeretta).
Fuente : https://www.perfil.com/noticias/opinion/marcelo-peretta-ahora-marchas-no-contagian-cambie-de-equipo-senor-presidente-coronavirus.phtml