Desde Morón, un almacén de barrio fue puesto como ejemplo para ver cuánto paga la gente los productos que consume de forma diaria en el negocio de proximidad y se plantea que el aumento de los precios de la realidad no coincide con las cifras del Indec.
El almacenero ve la bronca y la desilusión de la gente cuando ve los aumentos. Se aclara que el 80% de los almaceneros se abastecene en un supermercado mayorista y ellos a su vez también se confrontan con una góndola con los precios cambiados.
Desde el gobierno no mandan inspectores a los almacenes a controlar los precios, el negocio chico es el que traslada el precio real de la góndola y es el que paga el pato de la boda, porque la gente sabe y se fija dónde comprar, sólo el que hace la compra diaria tiene noción real de los precios. Los números del Indec no representan lo que la gente siente en sus bolsillos.
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