Los “chicos” de la Cámpora salieron a la calle y la Ciudad que gobierna Larreta le cedió el control del tránsito a esa agrupación. Cada día queda más claro que entre el larretismo y el kirchnerismo no hay diferencias, más allá del discurso. El estado de la ciudad hay temas en las que no tiene ninguna injerencia, como los piquetes y las marchas.
La Cámpora se va convirtiendo en un estado paralelo ante la mirada impasible de la política que no sabe que hacer. Son un verdadero desastre en todo sentido. Si la política local no puede manejar su territorio quedan expuestos como incapaces para gobernar cualquier cosa.
Las aspiraciones presidenciales de Larreta se van deshaciendo como entre sus propias manos en la medida que su tibieza lo muestra como un tipo incapaz de oponerse al kirchnerismo y a determinados grupos, tal como espera la mayoría de la sociedad. No están a la altura de las circunstancias.
Y encima se la gastaron toda en micros, pero no dan explicaciones de dónde sale la guita para hacer esas movilizaciones. Se gastan siempre la guita pública para sus actos partidarios mientras en el país la gente pasa hambre, no hay laburo, y la inflación está haciendo destrozo en los bolsillos de la gente.
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