El librero devenido en canciller Santiaguito Kafiero no dice nada acerca de lo sucedido en Nicaragua, en dónde gran parte de la gente no fue a votar para desobedecer a la dictadura nicaraguense, sino que el presidente Ortega salió a decir que gano por el 75% de los votos.
La cancillería argentina está alineada con las dictaduras que lo reconocieron, mientras el mundo lo único que reconoce es el fraude electoral del “presidente” Ortega. Argentina, desde hace 2 años viene parada del lado equivocado del mundo.
Lo sucedido no sorprende en un gobierno que no condena las violaciones a los derechos humanos en Venezuela o Cuba, aunque tampoco, valga decirlo, lo hace con gobernadores en su propio país, como en el caso del dictador Insfrán. La pantomima de democracia ya ha llegado a niveles inadmisibles para quienes queremos una república.
Por eso, en estas elecciones no es sólo un congreso lo que se vota, sino la posibilidad de empezar a tener injerencias en la política pública por parte de los legisladores, y ponerle límites a los desmanes que hace un ejecutivo que cree tener el monopolio de lo qué hacer con el país como si fuera algo propio y no de todos los que habitamos en el.
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