El “Ah, pero Macri” se convirtió en el eslogan del oficialismo que más usan para tapar los desastres que hacen. Otro que salió con eso fue Alfonsín hijo, que salió a pedir que los de la oposición también pidan disculpas. Pero se olvida que a diferencia de Carrió, el presidente fue quien firmó el DNU que coartó nuestros derechos durante meses.
Alfonsín es un cachivache ensobrado, al que le pagaron el silencio con una embajada, por eso defiende al kirchnerismo con uñas y dientes para mantener su jugoso sueldo en dólares. Se convirtió rápidamente al kirchnerismo con tal de que le sigan bancando el sobre. No es capaz de reconocer lo amoral del comportamiento del presidente, algo que su padre no hubiera hecho.
Por eso, como le dijo Novaresio, “Defender al presidente Alberto es una posición política”, y no sólo un mero juego en el que se intenta meter a todos en la misma bolsa. Digamoslo así, no está bien lo que hizo Carrió, pero ella no es la presidente, en todo caso le cabrá el peso de la ley que corresponda, pero en el caso del primer magistrado su delito es más grave, y debería no sólo pedir disculpas, sino poner su renuncia sobre la mesa.
El problema es que no vivimos en un país europeo, en dónde los líderes políticos, cuando transgreden una norma legal son los primeros en presentar la renuncia, sino que vivimos en Peronia, dónde todo vale, total se cuenta con la justicia amiga, canales propios y poder económico para situarse por encima de la ley.
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