Mientras el discurso oficial sobre la solidaridad ataca a todos los que no están de acuerdo, los políticos progresistas, para los cuales el estado lo es todo, y los privados son una porquería, son los primeros en ir a buscar los servicios privados, sobre todo cuando se trata de la salud.
Mayra Mendoza, una kuka ultraoficialista, se fue a atender en una clínica de Pilar, muy sofisticada, pero a los pobres los manda al hospital de Quilmes. Un hospital venido abajo, más allá del verso kirchnerista y del relato, porque dejan que todo se venga abajo. Por eso ellos, que son la élite, vamos a las clínicas para gente de élite, y vos te tiran el relato de que “el estado te cuida”.
La inmoralidad de los políticos oficialistas queda expuesta con sus acciones. En su discursos son todos el “che” Guevara, pero en sus acciones son más parecido a los Rockefeller que los propios ricos a los que desprecian. Viven una vida de lujo a costa de la alta carga tributaria que le imponen a la sociedad, a la cual, a su vez, castigan.
Por un lado, un hospital venido abajo, que usan todas las personas que no tienen cobertura, y por otro lado, una intendente progresista que se atiende como si fuera millonaria. Las contradicciones de un fascismo disfrazado de progresismo y que vuelve cada vez más pobre a la gente de este país.
También te puede interesar: