Los cacerolazos de las 20hs son la expresión de los negocios cruzados de Cristina, sus muchachos y el presidente.
El periodista Luis Majul es un excelente traductor: los cacerolazos tienen como destinatarios a Cristina, sus muchachos y también al presidente.
Alberto Fernández no pudo, no quiso o no le dejaron decir lo que tenía que decir en el momento oportuno, cuando se dio la liberación del ex vicepresidente A. Boudou, de R. Jaime o de M. Báez. ¿Por qué no se amotinarían presos comunes si excarcelaron a estos corruptos sin razones sanitarias que lo ameriten?
Es claro que hay negocios políticos y económicos cruzados: lobby por las tobilleras electrónicas, honorarios de abogados y regalías para los jueces abolicionistas compulsivos.
Pero Alberto Fernández no se enoja con ellos. Se enfurece con los periodistas e incluso con los suyos, “los albertistas”. ¿Será que no quiere levantar la perdiz?