La salud privada está en llamas, y es el gremio de Daer, el amigo de Alberso y compañero de ruta política. Los trabajadores de la sanidad vienen con el sueldo atrasado, y las prepagas están incendiadas por la intervención estatal en sus tarifas, a pesar de que ganaron guita durante la pandemia.
Las empresas tienen miedo que los estaticen, y los trabajadores presionan para que el estado intervenga en solucionar el conflicto. Si bien el reclamo es justo porque la inflación pega en los bolsillos de todos, no obstante, parece más bien una jugada para seguir hundiendo al sector privado sanitario.
Así que ahora están de paro por turnos y la semana que viene van a marchar hasta que las paritarias cierren en un 45%, lo cual es más o menos lógico en un país con una inflación anual del 50%. La inflación está poniendo en jaque al propio gobierno porque no logra que los salarios le ganen al aumento de precios como en los primeros gobiernos kirchneristas.
Es cierto, la situación es distinta, pero fue generada por ellos mismos, a partir de una cuarentena que destrozo una economía ya de por sí bastante frágil y que ha creado un cóctel de recesión e inflación que va a ser difícil revertir en el corto plazo.
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