Ya nadie le cree al gobierno, tan sólo los fánaticos y los planeros. La gente común se cansó del verso kirchnerista y de cómo quieren inventar que el problema es de CABA cuando todos los números apuntan al inútil de Kicillof. Y por eso, están dispuestos a sacrificar nuestros trabajos, comercios o empresas con tal de que el enano marxista no muestre la hilacha.
Por eso los jóvenes se hicieron presentes en Olivos para desafiar la decisión presidencial, y de paso, darle una buena bofeteada al kirchnerismo que supo tener el monopolio del relato sobre la juventud, pero que poco a poco, y merced a sus contradicciones y tonterías manifiestas, va perdiendo.
Los pibes quieren un horizonte de futuro y no uno de incertidumbre corrupción y desprestigio. Lo que ofrece el presidente es una sociedad donde no reina el mérito sino el partido al que uno pertenece, tal como sucede en sociedades como la de Venezuela o Cuba. Por eso es importante que se movilicen y hagan valer su palabra, sino el futuro que les aguarda va a estar lejos de su patria, ya que habrán ganado los mediocres.
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