El Dipy afilado le pega al kukerío porque siguen con el relato de la pobreza, pero lo odian a él porque no es peronista. Y cuenta porque vienen cacheteándolos en todos lados. Se afanan la guita a lo loco y nadie quiere laburar, por eso el repudio y el castigo es tremendo.
Mientras nosotros acá la peleamos, ellos se la pasan de joda, como Ofelia Fernández, que militaba la sputnik pero parece que se puso la Pfizer, viajo a Europa a un congreso de feminismo, pero como dice el Dipy, ni hablar de Manzur o Alperovich, a los “cumpas no se los toca”.
Dipy le rompió los esquemas, no tienen argumentos para pegarle, salvo mandarle a un ejército de trolls para que lo insulten, porque cuenta a todos el desastre que es el lugar en dónde vive: La Matanza. Si hay un lugar emblemático por la pobreza y por ser peronista es esa localidad bonaerense.
Se enojan con Dipy porque les critica que hagan romanticismo de la olla popular, y en realidad lo único que hacen es seguir manteniendo a la gente en la indignidad y en la miseria. Por eso la crítica es cada vez más radical, y la gente está podrida de vivir como el traste. Se afanaron todo y la gente sigue cada vez más pobre.
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