El gobierno vive en una realidad paralela, y cómo no puede manejar ni controlar los precios de los alimentos, quiere que los empresarios y comerciantes justifiquen sus precios. No se sabe bien que quiere, o se ve que no va nunca al supermercado, porque todos saben que las cosas aumentan cada vez que abren la boca.
Quieren hacer creer que la inflación no es culpa de la emisión descontrolada para mantener vagos, sino que es culpa de los “especuladores” que cobran cualquier cosa por las dudas. Pero esto no es así, todos saben que si aumenta el combustible, por ejemplo, impacta en todos los precios, pero parece que esa parte se le olvida al kirchnerismo.
Los pequeños comerciantes de barrio intentan sobrevivir al día a día en un contexto de incertidumbre creciente, y el gobierno no sabe como parar la avalancha de aumentos que van directo a golpear el bolsillo de los argentinos. Por eso, bajar los precios es un irrealidad si no se estabiliza la economía.
Por ahora la guerra contra la inflación da un saldo negativo porque todos tienen miedo de más impuestos, más aumentos y más pobreza. Y encima el gobierno es tan torpe que lo que hace es avisar que va a tomar medidas, y como siempre son restrictivas, los comerciantes tratan de protegerse de un gobierno que odia a los que trabajan.
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