Mucha prohibición de exportar cortes que acá no se consumen para castigar a los productores y que acá baje el precio de la carne, pero lo que sucedió es todo lo contrario. Aumentó casi un 10%, impactando fuertemente en los bolsillos de los consumidores, sobre todo, de los que menos tienen.
Las medidas del gobierno son para la tribuna, porque el impacto siempre es negativo, y en general suele suceder lo contrario a lo que quieren lograr porque nadie les cree nada. Comer carne ya es un lujo para pocos, y como dicen los carniceros, las ventas siguen bajando, sobre todo los cortes más caros.
Aumentó el consumo de pollo y cerdo, pero la carne sigue en caída libre el consumo, y el precio sube más rápido que las pavadas que dice Alberso. La gente va con la calculadora en la mano porque los precios son imposibles, y comprar carne para una semana puede rondar arriba de los $5000 con suerte.
Y para colmo, quienes venden mayorista a restaurantes también están sintiendo la caída, porque han bajado mucho las ventas debido al cierre compulsivo de locales gastronómicos en la ciudad.
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