Carrino explica que una cosa es tener una política monetaria en la que hay que esperar los resultado y algo distinto fue la política de congelación de precios que empezó en 2010 con precios cuidados y que ya se sabe que no terminan con la inflación, que además son dañinos porque le sacan rentabilidad al que produce y le saca incentivo.
Guzmán prevee un 33% de inflación para el 2022, número que ni siquiera se alcanzó en el mes de mayor encierro durante la pandemia. Al mismo tiempo avisa Guzmán que va a recurrir a la emisión monetaria para cubrir el déficit fiscal, que además va a aumentar y se suma que alguno de las tarifas pisadas durante el 2022 se sincere.
El acuerdo con el FMI implica ajustes para bajar la inflación con tasas de interés positivas reales con una tasa de interés de al menos 52%. La preocupación debería ser aprovechar el rebote económico para bajar la inflación con poco dolor.
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