Los políticos gastan lo que no tienen, por ejemplo, en Tucumán, gastan u$s 150.000 por legislador, lo cual no sería nada si no tienen autosuficiencia económica para bancarlo, y terminamos pagando el feudalismo con la coparticipación. Ese es el curro del federalismo trucho de un país que es más bananero que democrático.
Las provincias más pobres del país gastan demasiado en la política, para mantener ñoquis y funcionarios mientras su población es pobre y su economía atrasada. Provincias como Chaco, Tucumán y Santiago del Estero son el mejor ejemplo de que el gasto político es un lastre para la sociedad.
Y lo peor es que además de aumentarnos los impuestos también emiten a lo loco con la maquinita para que los muchachos peronistas puedan gastarla en mantener a provincias y cuerpos de funcionarios totalmente inútiles e innecesarios.
Nos trasladan a toda la nación el costo de aquellos lugares cuya actividad privada es muy chica con el verso del federalismo. Verso que sirve para mantener feudos que ayudan a ganar elecciones. Por eso ya muchos están pensando como dice Milei, que el estado hay que reducirlo a su mínima expresión, sobre todo, la cantidad y variedad de estructuras políticas que no sirven para nada.
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