Hambrerso ya no puede ir tranquilo a ningún lado, ya le pasó en Junín donde no pudo bajar por una manifestación el campo, y ahora le tocó en Salta, donde la gente se congregó para pedirle cantando “que se vaya”. El gobierno del relato se está cayendo y ya no alcanza con el versito de manual de La Cámpora.
Los bocinazos de la gente se hicieron escuchar en toda la ciudad y no dejaron ni desfilar a los gauchos, porque se empezaron a congregar con banderas. Los que prometieron heladera llena y asado hoy tienen que esconderse porque el pueblo los repudia, incluso muchos de quienes los votaron ya no se los bancan.
Mal que le pese al relato populista, la cuarentena asesina que hicieron hizo que muchísimas personas perdieran sus trabajos, incluso entre quienes los seguían, porque el desempleo no reconoce bandera política, salvo en el estado, al que llenaron de militantes rentados. Pero el común de los trabajadores y pequeños empresarios la vienen pasando mal.
Sumado a esto, los privilegios de las vacunas y los jugosos aumentos que se han dado los políticos ha provocado que la gente se cansara y empiece a rechazarlos allí donde vayan. Ya nadie come vidrio, y saben que los verdaderos millonarios y oligarcas son los kirchneristas que pasaron en su mayoría de ser unos tirados a ser millonarios, o como el nene del clan que nunca laburó pero tiene 300 millones de pesos en su fortuna. Los que trabajan no tienen esa suerte.
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