Alberso se la pasó durante años hablando pestes de la araña jefa de los kukas, pero después acepto mansamente ser su vasallo y mayordomo, rol que lleva adelante sin chistar, y con la mayor de las pleitesías posibles. Es un genuflexo que no puede ocultar su servilismo, en un gobierno que trae de todo menos certidumbres y beneficios para la población, salvo para los propios.
Por eso no resulta casual que ahora estén peleados, son dos actores malos de comedia, y cada uno representa su papel, pero títere es demasiado inútil, y la “jefa” se lo quiere sacar de encima y no sabe como. Por eso se tiran dardos a lo loco, y la interna en el frente de garcas es un agujero que pagamos todos en la sociedad.
Alberso es un payaso, y la dueña del circo ya no lo quiere ni para que reciba los tortazos, porque no sirve ni para espiar, por eso le va comiendo el gabinete poco a poco, sabe que ella es la que tiene que agarrar la manija, sino la justicia va a avanzar, inexorablemente, con sus causas, y no es algo que este dispuesta a aceptar la chorra mayor. Alberso hoy pareciera tener los días contados por la propia coalición de gobierno, que más que coalición parece una comparsa.
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