Se ve que ser liberal hoy garpa porque todos empiezan a considerarse a sí mismos liberales. Ya lo hizo Randazzo diciendo que él era liberal, y ahora salió el burro de Lousteau diciendo que era “liberal de izquierda”, y que quería un “estado grande y bueno”. Un total contrasentido ideológico, pero parece que pueden decir cualquier cosa para subsistir políticamente.
Milei tiene razón, son una casta capaz de hacer y decir cualquier cosa con tal que no les toquen sus privilegios, incluso llegar al punto de intentar conciliar en la misma frase el liberalismo con la izquierda, y la idea de un estado grande, cuando eso es lo contrario a la doctrina liberal.
Quieren quedar bien con dios y con el diablo. Asegurarle a los planeros que no van a tocarle la de ellos, y a la clase media que van a hacer políticas liberales. Pero en realidad lo que plantea no es liberalismo, sino que se llama larretismo.
Javier les está pasando el trapo a todos, por eso empiezan a preocuparse. A ambos lados de la grieta ven con satisfacción a un candidato que plantea de frente lo que hay que hacer con el país y tiene propuestas claras. Del otro lado, la corporación política tratando de salvar sus curros.
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