Los dirigentes de izquierda del continente están cada vez más locos. Necesitan defender a sus amigos dictadores y dicen cualquier cosa. En Brasil, el ex presidente Lula comparó la democracia alemana con la dictadura nicaraguense. Es muy loco, porque comparó la permanencia en el poder de Angela Merkel con el régimen de Ortega.
Lo que parece es que Lula no conoce como es el sistema democrático alemán, en donde el canciller es elegido entre varios partidos. Es una democracia donde es difícil encaramar dictadores como suele pasar en los países de latinoamerica, en dónde hay dirigentes que se entronizan en el poder, si es necesario, hasta por la fuerza.
La mirada latinoamericana de la democracia es lo que ha impedido a nuestros países tener instituciones sólidas, modernas y capaces de generar mayor estado y mayor ciudadanía. Por el contrario, nos han tratado a todos como súbditos y quieren justificar esto mirando hacia afuera.
Lo de Lula no extraña, es tan irracional como las barrabasadas que dicen nuestros dirigentes que apoyan a las peores dictaduras del mundo y las quieren vestir de democráticas, aunque terminen pisando los más básicos derechos humanos como pasó en Cuba.
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