Si hay algo que une a los populismos es el ridículo. Maduro armo una puesta en escena para navidad con una mesa en donde se sentaban “los próceres” y los “representantes” de los distintos sectores que conformaron la Venezuela de la época de la independencia.
Con eso quiso mostrar que es una “patria” que se ha formado a sí mismo, pero claro que no menciona nada del desastre de país que ha realizado el y su partido desde que están en el gobierno. Con una pobreza extrema, inflación de las más altas del mundo, y una tiranía inbancable.
Y tal como acá, los actores rodeaban al dictador Maduro. La diferencia es que acá no tienen el glamour para armar tanto montaje, pero la misma lógica, los actores que comen de la mano de la tiranía chavista. Así auto celebran la vergüenza de ser una país hundido en la miseria más absoluta.
Y si acá te cantan la marchita peronista para todo, en Venezuela tienen su propia marchita para recordar que hay un ellos y un otros. La necesidad de un enemigo interno fue siempre característico de los regímenes totalitarios para perseguir a gusto a quiénes piensan distinto.
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