El plan platita no estaría funcionando muy bien, y ahora estalló La Rioja, una provincia en dónde incluso ganaron cómodamente, pero parece que la gente se cansó de las promesas de los kukas y empezaron a pasarles facturas de todos los desastres de este desgobierno.
Al gobernador le gritaban con fervor acerca de la calidad laboral de la madre como para recordarle lo mucho que lo quieren, dice Feinmann. Lo impensado está pasando, y los kukas empiezan a no poder andar tranquilos por la calle porque la gente los repudia y los rechaza.
Aunque digan lo que quieran en nombre del relato, la realidad es que los putean en todos lados, y eso los incomoda, porque están acostumbrados a ejercer esa violencia contra los opositores. No resulta raro que en este contexto los “chalecos” del gobierno, un grupo de apriete, estén cumpliendo horas extras.
Hasta ahora no se salva nadie, y kuka conocido que nada por la calle es increpado por la gente que se cansó de vivir mal mientras ellos viven como reyes gracias a todo lo que le afanan al bolsillo del contribuyente y que, alegremente reparten entre sus familiares, amantes y amigos.
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